– Sebastián Ascencios, alumno de Administración de Empresas, UDEP, comentó lo siguiente:
“Me gusta nadar porque es un deporte individual. Estar en el agua me permite desconectarme de todo: no hay celular, no hay distracciones. Básicamente, me desconecto de la realidad y me conecto con mi propio mundo.”
Esta respuesta de Sebastián no solo revela una preferencia personal, sino que también pone en evidencia una realidad compartida por muchos estudiantes universitarios: la necesidad de espacios de desconexión en un entorno cada vez más acelerado y saturado de estímulos digitales.
En un mundo dominado por la hiperconectividad, actividades como la natación ofrecen un refugio, un momento de silencio que contrasta con el ruido constante de notificaciones, tareas y responsabilidades. Además de sus beneficios físicos, el deporte adquiere aquí un valor emocional y mental: es una herramienta de bienestar.
Este tipo de testimonios no sólo humaniza el contenido, sino que también permite generar conversaciones más profundas entre los estudiantes, quienes pueden verse reflejados en experiencias similares.
